CREANDO LA ENFERMEDAD CONSCIENTE

 

Que es la sanación.

La sanación es ese estado de fluir en la consciencia, que regenera nuestra información vital. Reactualiza a nivel de ADN toda nuestra información básica celular.

Es como si todas aquellas, secuencias de ADN, "programas" mediante los cuales nuestras conciencias celulares están ejecutando sus funciones, fueran sustituidos por unas nuevas "versiones", no solamente a salvo de los errores de programación, que han introducido una vida de emociones; sino adaptados con toda la información incorporada a la consciencia por el vivir, para el mejor cumplimiento de la misión que nos hemos encomendado en el plano físico, como seres espirituales, creadores que somos.

Si el tiempo no existe, todos somos enfermos y todos somos sanos.

Solamente debemos elegir, solamente podemos elegir.

La enfermedad se nos plantea entonces como un proceso de aprendizaje.

Entro en la oscuridad de mis limitaciones, contradicciones hacia la misión que me había encomendado en el plano físico; me emociono,  y pierdo energía, bajo la vibración de mis moléculas y me permito conectar con consciencias de ese nivel de vibración; consciencias que pasan a formar parte de mi realidad.

Esta nueva situación, si se resuelve desde el punto de vista de nuestro ser, se comprende, se asimila; es decir reconocemos en nosotros el camino emocional, los criterios que asociamos a esta emoción, el entorno creado para que estas circunstancias se dieran, entendemos a la enfermedad como una creación propia para la consecución de un nuevo aprendizaje, la enfermedad se convierte en  una forma de avanzar en la consciencia, desde la encarnación física que somos.

Y en este punto es en donde las terapias alternativas dan un  punto de vista distinto a la enfermedad.

Aportan formas de comprensión  de esa creación personal que es la enfermedad, que la solucionan y nos permite entrar en salud, nos permite elevar nuestra vibración y mantenernos fuera del entorno de vibración baja, en el cual se produce el contacto con consciencias que nos enferman.

Nos facilitan información y aprendizaje, que hace obsoleta esa forma de comprensión que es la enfermedad.

Es por esto que no existe el maestro sino el alumno, que se hace maestro, en cuanto está capacitado para entender esa información.

Así, si ponemos mucha información a nuestro alcance, es probable que alguna se encuentre en el nivel que necesitamos para convertirnos en maestros de nosotros mismos y elevar nuestra vibración a los umbrales de la salud.

Es posible regenerar nuestro cuerpo físico, es posible la longevidad, es posible cumplir los 126 años marcados como repetición celular en nuestro ADN, la muerte no existe.

Somos nuestros creadores.

La enfermedad es una herramienta en nuestro camino de recuerdo de la consciencia que somos.

Pero existen otras herramientas. Todo lo que ,no somos, somos.

La encarnación física añade un contexto definitivo para nuestros fines.

LA VISTA DEL AGUILA

Estoy enfermo. Si salgo de mi cuerpo y me observo, veré a ese ser humano enfermo.

Observa sus células enfermas, tomando instrucciones erróneas de un ADN modificado por un ambiente emocional perturbador, que baja su nivel de vibración que hace sus moléculas más densas.

Observa las células enfermas y las células que las rodean, observa los órganos, todos sometidos a ese teatro emocional de baja vibración, observa las células residentes, conciencias ajenas a ti que resuenan en tu misma longitud de onda.

 Y amplía un  poco más, observa los conjuntos de células sanas, de órganos sanos. Puedes ver el cambio de color, la frontera entre una forma de vibrar y otra, es como una serpiente coloreada, que se cimbrea y retuerce.

Escucha el ruido, ese comunicar, luchar entre ellas. Y amplía un poco más, mira a ese ser humano, con un cuerpo dividido en conciencias sanas y enfermas, pensando…., emocionado.

Y cada vez que piensa emocionadamente, decreta  y el decreto genera toda una corriente energética de vibración que crea consciencia enferma o borra la conciencia enferma abriendo camino para la conciencia sana.

Y observa como ese ser, en los espacios de distensión del pensamiento, conecta; conecta con otra información que está fuera del cuerpo físico, con otra consciencia, con nuestra consciencia en otro plano, que le recuerda la vibración de la salud, la información espiritual primigenia.

Y observa como la misma lucha que se desarrolla en el cuerpo físico entre las formas de vibración antagonistas, se desarrolla en su cerebro decretando con el pensamiento o conectando la vibración hacia el ser espiritual que somos.

Y si ampliamos el campo en este plano físico, podremos observar las otras consciencias personales que nos rodean, los seres queridos, la familia, el entorno de necesidades a las que nos hemos encadenado; miles y miles de líneas de energía a vibraciones que nos decantan a la lucha básica que se desarrolla dentro de nuestro cuerpo físico.

Y si yo te dijera que todo esto tan complejo, es un gran escenario de fichas de dominó, blancas o negras.

Y que como tales niños las observamos,  añadiendo y quitando. Y que cualquiera de ambas líneas de resonancia, se transforma con un simple clic en una de sus fichas que provoca una reacción en cadena, que transforma dejando espacio para la otra.

¿Me creerías?. Si crees, habrás sanado, pues la creencia creo tu enfermedad y la Fé tu salud.

EL ELEMENTAL

El concepto de elemental es importante para entender la auténtica naturaleza de nuestra encarnación, la consciencia propia que tiene nuestro cuerpo; la consciencia casi ajena de nuestro ser físico y el cuidado como de libro prestado, que le debemos.

La comprensión del concepto de elemental me llegó como un regalo, talvez un autorregalo y me recordaba aquella frase de Cristo. "Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará:"

Bajé meditabundo y toda la información descargada en ese instante a temporal tardo meses en ser decodificada y hoy escribiendo estas palabras sigue decodificándose.

El sol había declinado su apogeo. Hacía tiempo que perseguía al último de mis compañeros; caminábamos deprisa, yo caminaba muy deprisa, sabía que debíamos llegar a un punto, en el cual conectaríamos con la tierra y sentiríamos nuestra muerte.

Al girar el recodo allí estaba Miyo, haciendo señales con las manos, al llegar a su altura me señalo un lugar y me arroje a la tierra. Un universo laberíntico me sobrevino. Un laberinto marrón y verde me sumió; estar tirado boca abajo me proporcionaba un límite físico; valles montañosos serenos y cálidos me traían sensaciones de útero; y se acabó la visión; yo me esforzaba en sentir mi muerte.

Esta experiencia fue el inicio de un gran avance en la consciencia, y fue continuada al día siguiente.

Era de mañana, el grupo se proponía salir a correr una hora antes de desayunar; la idea de seguir el ritmo del resto, me parecía imposible, así tras esperar unos minutos decidí irme solo a mi ritmo.

Al llegar a la encrucijada de caminos, a la izquierda se extendía el llano que ya conocía y de frente se adentraba en la montaña en una segura cuesta arriba. Elegí este, necesitaba inconscientemente correr en solitario.

La cuesta pesaba en mis pulmones, de forma que a veces dejaba de correr para andar y tomar resuello, al ir llegando a la cima decidí volver y busque un punto de referencia, allí estaba un gran arbusto de hojas ablacionadas, conformando puntas, como espinas defensivas, si pensé, servirá de referencia. Era hermoso y en ese deseo de conectarme, comunicarme con todos los seres vivos, me aproxime casi pegado a el y cerrando los ojos me conecté.

Un nuevo y mas intenso laberinto verde y marrón apareció ante mi, pero esta vez al no tener la limitación física del terreno, sentía como literalmente me absorbía, por momentos yo tiraba del cuerpo hacia atrás para no caer de bruces al seto espinado y en esto escuché "devuélveme lo que es mío".

Una descarga de información me recorrió como si un rayo me hubiera atravesado. Sorprendido abrí los ojos y di dos pasos para atrás, miraba al seto con sorpresa y pensaba "aun no es el momento de mi muerte".

Mi mente descendía atareada sorteando las piedras sueltas del camino cuesta abajo, y resonaba en mi ser "mi muerte, que se creía ese arbusto que era mi muerte y podía demandarme el cuerpo".

En el desayuno relaté rejuvenecido la experiencia a Miyo y este contó algo de lo que nunca había oído hablar "el pacto de la encarnación".

Cuando el ser que encarnamos afronta el hecho necesita de la energía de determinada vibración que le aporta la tierra Gaia; para dotarnos de un cuerpo.

Pero existe un precio, el precio es la conciencia y establecemos el acuerdo de dotar a ese elemental de conciencia, que le permita alcanzar la inmortalidad. Le permita alcanzar la iluminación

 

 

 

Auroom