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En octubre 2005, tras una sesión terapéutica con Miyo, Manuel se anima a revisar la experiencia que había tenido años atrás a través de la ayahuasca con la oscuridad y la muerte. Finalmente todo está listo y comprendido unos meses después..
Allí estaba siguiendo a aquella persona
Enfadado con los dioses, guías, como quieras llamarlos y
temeroso de la Ayahuasca.
Como siempre ante un maestro, yo tomaba esa actitud de
atención y simpatía, viéndole montar una extraña montañita, que
acabó convirtiéndose en un pequeño muro, detrás del cual harían
la hoguera.
Hasta este instante no había tenido
el más mínimo contacto con droga o sustancia alucinógena, a
pesar de lo cual tenía la determinación, extraña, de tomar
Ayahuasca.
Me acompañaban, dos amigas, por una
de las cuales sentía un profundo amor, que no salió indemne de
la experiencia.
Oscureció, en unos preparativos, que
por ajenos y desconocidos me parecían interminables. Por
fin todos sentados sobre nuestros colchones y sacos, en círculo,
escuchábamos al Chamán explicar cual sería el ritual,
donde estarían las puertas de acceso al imaginario circulo y que
zonas se habían habilitado para aquellos que no quisieran
vomitar en la bolsa que teníamos delante y prefirieran vomitar
en un rincón del jardín.
Escribiendo esto no recuerdo emoción
alguna ante la perspectiva del vómito, tal vez porque
hasta entonces no había tomado conciencia de lo que era
realmente vomitar.
En este punto siento resistencias a
seguir escribiendo, como si no quisiera realmente revivir la
experiencia.
El Chamán empezó a repartir el
brebaje de Ayahuasca por la parte del círculo opuesta a donde
nos encontrábamos, todos juntos, como protegiéndome. Tal vez
intuyendo la soledad más absoluta, en la que me sumergiría.
Ya estaba cerca, en cuclillas y a un
palmo del participante, volcaba de una botella de plástico un
fluido pastoso de color amarronado en un vasito de plástico, que
inauguraba con cada uno de nosotros, al tiempo que le
preguntaba: "¿uno o dos?"
Sigo sintiendo el escalofrío y la
arcada, mientras escribo esto. El mismo que sentí cuando ingerí
la Ayahuasca (abuelita). El primer trago intenté saborearlo,
pero el último me provocó una arcada al borde del vómito.
Bueno ya estaba, ahora esperar a ver
que pasaba.
Observar que no nos ocurría nada nos provocaba
euforia y reíamos gastando bromas… "aquí estamos esperando el
autobús...", no imaginaba que entraría en un proceso, en nada
parecido a un "viaje" en autobús.
A los pocos minutos el Chamán
inquirió, ¿queréis tomar un poco más de abuela?
Las personas que me rodeaban,
enseguida solicitaron una nueva dosis, yo francamente no;
pero por un mimetismo entupido repetí
Ya los vómitos se estaban produciendo
en casi todos los participantes, yo me resistía; nunca había
tenido predisposición a vomitar.
Ya nadie reía, ahora en derredor mió
las chicas (mis amigas) vomitaban y se retorcían quejándose en
sus sacos, yo las miraba procurando interesarme por ellas,
cuando de pronto empecé a perder el control, como un mareo que
iba y venía y una sensación oscura empezó a agarrárseme en el
plexo.
Medio incorporado sentía retorcerse algo
oscuro en mí interior, en momentos observaba a mi lado tumbadas
a mis amigas llorando.
Ese algo se adueño totalmente de mi,
absorbió totalmente mi atención y una oscuridad ansiosa y voraz
me devoró. Era mi muerte; una sensación agónica me envolvió
absolutamente. Era mi muerte, mi agonía en mi muerte y yo me
resistía, era tan espantosa; no cesaba una y otra vez la agonía
de mi muerte, y yo me resistía desesperado no permitiendo que se
adueñara de mi. ¡No quería morir!, por Dios clamaba quitarme
esto de aquí, no puedo mas, por favor os lo pido que pase esto.
Buscaba a mi Dios, ese Dios de mis momentos mas desesperados,
pero ahora no existía, ahora que estaba en el peor momento de mi
vida no existía. ¡No existía!
El pánico se adueñó absolutamente de
mi, "esto no me puede estar pasando, voy a morir de verdad y
toda esta gente sin hacer nada". Empecé a gritar al Chamán
"estoy muy mal, por favor que me lleven a algún sitio". Abría
los ojos buscando a alguien que llamara a una ambulancia,
No se el tiempo que pasé en ese
estado, oía a lo lejos al chamán que decía tranquilo pasará, no
te resistas, pero yo me resistía con todas mis fuerzas, no
quería vivir mi muerte una y otra vez, no quería morir.
Por fin hubo un momento de pausa,
como si mi Dios se hubiera apiadado de mí, la sensación infinita
de la agonía, ya no estaba.
Ahora estaba en un estado de
imposible control de mi cuerpo, con un ligero desasosiego
interior, como el ruido lejano de la caballería.
La batalla se libraba en mi mente, ¿quién tomaría
definitivamente el control?, "la abuela" o yo; descubrí que
abriendo mis ojos y poniendo toda mi voluntad atencional afuera,
volvía a dirigir algo, en cuanto mis parpados se cerraban,
incluso solamente para parpadear "la abuela" tomaba las riendas,
y ¡no por Dios! Me metía de nuevo en la agonía de la muerte.
Así, con un supremo esfuerzo conseguí
ponerme en pie, era la primera batalla que caía de mi lado.
Observe a mis amigas que reían, ¡se reían de mí!, "se partían el
culo", viendo mi agonía, como podía ser esto, no lo podía
entender yo sufriendo y ellas se reían
En plena orgía de mi victoria me dirigí a la salida
del círculo, quería ir a mear, un pasillo interminable
tambaleante ante mi, cuando conseguí, uniendo toda mi voluntad,
llegar ¡no podía mear!, no me lo podía creer. Volví al circulo
diciendo en voz alta "y ahora no puedo mear", era como si a
través del humor me escapara de mi autentica realidad de la
batalla que se estaba librando en mi interior.
En el sitio que había ocupado desde
un principio, las chicas no paraban de reír, se me hacía
insoportable, así que cogí mis bártulos y arrastrándolos me fui
al otro lado del círculo. Por primera vez me fijé en el
firmamento de estrellas tan bello, las estrellas brillaban como
nunca y además había unas líneas luminosas que unían cada una de
las estrellas, podías absorto entregar todo tu tiempo a esa
observación.
Pensaba que esta tregua se
mantendría, cuando volví a sentarme.
Entonces vino el ataque definitivo,
todas mis vísceras se empeñaban en salir al tiempo por mi boca,
en un desgarro, con una agonía de mil vidas, de mil muertes. Caí
en cuenta de mi absoluta soledad, ese amor que yo pensaba tenía
de mis amigas no existía y aquí estaba de nuevo, retorciéndome y
solo. Una gran arcada me sobrevino y tras ella un gran vómito y
tras ella otra gran arcada, y otro gran vómito; ya no tenía
bolsa, vomitaba sobre mi propio saco y me apoyaba rendido sobre
mi vómito. No solo estaba desposeído de los amores, de los que
ingenuamente me había avituallado para esta experiencia, sino
que además ni un gramo de decencia personal permanecía; era un
pobre ser revolcado en su agonía, muriendo sin ningún tipo de
apoyo ni consideración y además, en el más absoluto abandono,
indigencia, suciedad y repulsión.
Pero no será todo, a pesar de del
sufrimiento yo me resistía, me negaba a admitir mi perdida
total, no iba a permitir que esa vieja me venciera y gritaba
"hija de puta" "No.No.No", golpeando la tierra con los puños y
mientras intentaba mantener un solo centímetro de mi cabeza
erguida, como ultima bandera de mi ser.
En otra vuelta de tuerca, en el
camino de mi desmadejamiento total como ser humano, me
presentaron a mis hijos, primero me trajeron a Sofía, mi niña de
7 años y me dieron su muerte. ¡No por Dios!, lloraba, gritaba
"no os la llevéis" por Dios". Aplastaba mi cara contra el vomito
mientras mis puños golpeaban, con aún más fuerza la tierra
"¿pero porqué ella, pero porqué?
Mi alma humana buscaba una salida, y
en un viaje al interior, el alma de Sofía, me tranquilizó; vi su
cara serena. Claramente entendí, ella ya tenía de mí la semilla
que al elegirme como padre venía a buscar, podía morir.
Una nueva pérdida. Más esto no bastó.
Me enseñaron la muerte de Jorge, mi hijo pequeño de
5 años, "¡no por Dios no podía ser a Jorge no!, con Jorge
todavía no he cumplido mi labor" y allí fue cuando me rendí, vi
claramente la cara de la anciana y mirándola a los ojos la pedí
que me llevara a mi, que se llevara mi vida, pero que a Jorge le
permitiera seguir la suya. Lloraba con desesperación
desconsolada suplicando por Jorge.
La entrega total de mí bien más
preciado, la vida, había satisfecho a la vieja insaciable, de
pronto se calmaron los dolores, la angustia desapareció y una
calma del cuerpo y el alma vencidos, me premiaron.
Entonces pude observar el
entorno, veía a las personas contorneadas por canales rojos que
se movían tras ellos, unas décimas de segundos después, en un
espectáculo de danza asíncrona.
Y pude de nuevo observar las
estrellas, ahora no solamente estaban unidas como por caminos
sino en cuadrantes, como en una trama y al lado de cada una de
ellas un símbolo rojo anaranjado, como una nota musical, su
vibración
Ahora también podía ver, a las que
hasta entonces sentía mis amigas, seguían riendo y cuchicheando;
unos canales rojos y azules, violetas los unían. Las percibía
como brujas compartiendo la misma energía.
La lucha me había dejado exhausto, pero mi
preocupación por Jorge no había desaparecido, ¿habría muerto
realmente?, así que astralmente, me desplace a su cama y no
estaba, me desplace a la cama de su madre y no estaba, su madre
estaba y el no estaba, una angustia serena tomó forma ¿Dónde
estaba jorge?
Pero a pesar de todo, la vieja me
había permitido un rescoldo de vida, así, con su permiso,
lentamente, me puse en pie y sintiendo mis piernas como dos
columnas que absorbían la fuerza de la tierra, la madera, y el
fuego, me erguí sobre mis cenizas, sintiendo de nuevo la fuerza
del que nada teme porque nada tiene.
Poco a poco la luz se impuso a las
tinieblas, y amanecí ahí, solo en aquel lugar del círculo aquel
al cual me desplacé. Mi proceso fue largo muy largo, en varias
ocasiones el Chamán vino a animarme y en alguna ocasión
canturreó a mi oído; en esos momentos fue un bálsamo.
Pero de las que no tuve noticias fue
de mis amigas, no se acercaron a mi lado, nunca se ocuparon de
mí y en poco tiempo decidieron no contarme entre sus amigos.
En cuanto pude llamé a casa, ¿y Jorge
pregunté a mi mujer, no está en su cama? Esa noche le
había dejado dormir en otra casa.
- Cómo has podido
dudar, despeja tus dudas
(Siento la felicidad)
- Gracias, gracias.
¿Cómo venzo la oscuridad? Ese agobio
- No te resistas (la
luz) y espera tranquilo.
¿Recuerdas cuando eras pequeño y te quedabas a oscuras
esperando que tus ojos se ajustaran, confiando en poder
ver la luz?
Aunque tu razón te lo impida y te haga dudar confía en la
luz. Siempre hay luz simplemente espera su percepción.
-Tengo algún ser?
-¡Qué pregunta que tu ya sabes!
El viejo de ojos
serenos, respira pausadamente y observa, los ojos de aquel
niño,
¿Cómo este niño podrá amar?
Después de tanto tiempo, tanta sabiduría soy conocedor
de las dificultades del camino.
Le mira y callado observa su fe, sonríe suficiente sin
darse cuenta que otro anciano le mira igualmente bondadoso
observando sus tribulaciones.
Todos han pasado por
la conquista de la oscuridad.
Todos van de la luz a la oscuridad y viceversa,
pero ten la seguridad que si existe la oscuridad y tu bien
la conoces, existe la luz.
Sólo tu fe te da la posibilidad de percibirla
Cómo has podido dejar
de creer en ella
Cuando no percibías, creías
Cuando llamabas, soñabas
Cuando morías, recibías
Y ahora que tu alma siente la sabiduría y conoce,
renuncias a lo que te hizo sabio, la fe.
Más conocimiento no
supone más certeza.
Más conocimiento, es más amor, más apertura
Menos bruma, menos fronteras
Cuando no veías suponías que existía paredes, que ahora que las percibes, únicamente crees que existen ellas.
Igual que frente a las dificultades, ahora que las tienes, cree en la luz y en la felicidad de tu alma.
Manuel, pequeño, no te
creas abandonado; cómo sino podías saberte acompañado.
Recibe todo nuestro amor, apoyo. Cómo conquistar la fe sin
ella.
Todo existe y nada
existe, únicamente depende de ti.
¿Porqué quedarte en la no existencia, si puedes quedarte
en la existencia?
Es solamente tu elección.
Dioses, que sólo con su pensamiento crean.
Cómo comportarse si se comprende la fragilidad, impotencia, inestabilidad
Ahora que has comprendido la dualidad esencial.
Esta verdad tan amplia, genera este gran conocimiento.
Tanto has tenido que aprender para comprender lo que ya sabías en tu infancia.
La fe que te hizo
fuerte
La fe que te hizo aprender
El conocimiento te ha llevado a su ausencia y comprende que solo existe la fe
Cuando por tu creencia descubres que nada existe, ese gran vacío, ese gran principio aparece cuando no crees.
Sólo tu voluntad de creación hace la existencia humana y divina.
Si Dios se para no existe
Sólo existe Dios, sólo
existe creación.
Recuerda:
"Amor, creación y vida"
Por fin entiendes el sentido de esa palabra.
Has llegado a la infinitud del estar, del parar.
Todo existe porque tu existes generando existencia.
Te queremos
Y ahora acompaña a Alicia.
Esta es tu siguiente lección: el movimiento.
Quisiste pararte ahora que eras sabio, a observar la creación. Y cuando tú te apartas de la vibración no existe la vibración.
Algo existe ahí en tu
encuentro, tú formas parte de ello.
Si tu te apartas de ello no existe.
Ahora puedes comprender el concepto básico del movimiento, la vibración, la existencia.
Recuerda a "Bono" sólo consiguió su sueño cuando murió parte de su sueño.
No existe el sueño sin el sujeto que crea.
Mira esos chicos convencidos, sólo tienen sueños y mientras sueñan que mas necesitan, es la mente que les ----, los cuales les permite vibrar y si vibran existen.
Que más da su consecución, lo importante es la actitud del soñar, del crear.
Míralos admirado, porque sin conocerlo tienen el secreto.
Tú quisiste adquirir conocimiento y este es tu aprendizaje. Este es tu coste.
Enhorabuena, además de poseerlo, además lo conoces. Es el momento de enseñarlo.
Todo esto era necesario, te necesitamos conocedor de esta sabiduría, se aproximan grandes ayudas a la vibración única.
Tu camino se ha
abierto, ten fe, sin vanidad, sin falsa modestia, siendo
lo que tu eres.
Lo que tú eres.
Está canalización fue un gran alivio, estaba en el camino;
pero ahora comprendo que faltaba una pieza para completar la
sanación de la agonía, "la tierra", es decir llevar toda esta
vibración de ángeles a mi cuerpo físico.
Resonaban en mi cabeza las palabras de Alicia, "he conocido a
un hombre, que habla de la oscuridad y yo siento que te va a
interesar", se llama Miyo.
Esa mañana trabajaba en casa, era media mañana, consulté mi
correo y me dicen "Miyo completa su agenda de sesiones
terapéuticas individuales para hoy martes".
No lo dude, llamé, había un hueco y me dispuse a asistir a una
sesión con ese personaje intrigante llamado Miyo, con la certeza
que da la fe.
LA SESIÓN TERAPÉUTICA CON
MIYO
Era realmente un ser inquietante y sereno, tenía una forma de
recoger y extender la mirada que provocaba desafío y confianza,
estaba en postura yógica; se aplacaba la manta que recubría sus
piernas, de una forma que generaba serenidad.
Me sentía abierto y un poco intimidado, más cuando me hablo de
mi falta de energía por la masturbación, era cierto en esa época
mi sexualidad era fundamentalmente solitaria hasta el punto que se
había convertido en una costumbre, una forma de ir tranquilo y
¡sin energía!, era cierto.
Pero me espetó, "háblame".
Le expliqué mi desasosiego.
Y empezó a hablarme sobre la oscuridad y la luz, la enseñanza
está en la oscuridad.
Me pidió que me tumbara, me entregó una piedra en la mano
derecha y me hizo respirar mucho tiempo, no recuerdo muy bien el
resto. Si recuerdo las imágenes que me invadieron. Esa oscuridad,
esa agonía se vino a mí y yo me vine a ella. Mientras empujaba con
la pelvis, se produjo la comunión del miedo, me convertí en su
amante, no solo acepté esa oscuridad, sino que la amé con todas
mis fuerza, con desesperación, con rabia, "¡aquí me tienes,
cómeme, que yo te comeré a ti!". Esa especia de orgía con mi
propia oscuridad, con mi muerte duró hasta el agotamiento. La
sensación de mi cabeza convertida en águila, la sensación de su
pico, me dieron la determinación y la fuerza; me sentía y tenía la
imagen de ser un guerrero enfrentado a su mayor enemigo, su
muerte, su miedo a su muerte.
Mientras, Miyo cantaba y movía artilugios sobre mi cuerpo.
Desde entonces esa oscuridad no ha desaparecido, ahora forma
parte de mí, la acepto y la amo, la enfrento con determinación,
valor, amor y fe. Tengo una sensación cómplice con ella, como ese
compañero silencioso que conoce todos tus secretos, todas tus
valías, todas tus debilidades
Este relato se ha escrito en dos fases, la parte de Miyo fue terminada el 14 de Marzo del 2006, tras el primer fin de semana en la Escuela Chrisgaia.
Auroom